Las pistolas de agua volvieron a las calles de Barcelona el domingo, cuando miles de personas se reunieron para protestar contra el turismo de masas en ciudades de todo el sur de Europa.
En Génova, Italia, los manifestantes hicieron rodar maletas por las estrechas calles adoquinadas del centro de la ciudad, como parte de lo que llamaron un “paseo ruidoso”. En Lisboa, los manifestantes llevaron una efigie hecha a mano del santo patrón de la ciudad desde su iglesia homónima hasta el emplazamiento de un futuro hotel de cinco estrellas. Y en la isla española de Mallorca, los habitantes detuvieron el sábado un autobús turístico de dos pisos, encendieron bengalas y le colgaron una pancarta.
En Barcelona, centro de recientes protestas contra el turismo excesivo en las ciudades europeas, manifestantes con pancartas en las que se leía “Turistas, vayan a sus casas” y “El turismo nos roba” marcharon por la llamada Milla de Oro de la ciudad, una calle flanqueada por boutiques de lujo y hoteles de alta gama, rociando a los visitantes con pistolas de agua frente a una tienda de Louis Vuitton. En el exterior de un hostal cercano, se produjo una refriega con los empleados, y algunos manifestantes lanzaron fuegos artificiales. Una barricada policial detuvo la marcha cerca de la Basílica de la Sagrada Familia, una de las principales atracciones turísticas de la ciudad.
Las protestas del domingo surgieron a raíz de un fin de semana de talleres celebrados en Barcelona por la Red del Sur de Europa contra la Turistificación en abril, tras las manifestaciones del pasado julio en las que las pistolas de agua surgieron como símbolo de la indignación por los efectos del turismo de masas.
Las protestas son las últimas de un creciente movimiento impulsado por problemas relacionados con la calidad de vida, como el elevado costo de la vivienda y los daños medioambientales, que, según los organizadores de las protestas, son consecuencia del turismo excesivo.
Joan Mas, camarero de 31 años residente en Barcelona, dijo que la percepción general es que los turistas tienen mucho más dinero que los residentes locales: llegan para salir de fiesta, alquilan lugares que quienes viven en la ciudad no pueden permitirse con sus salarios. Mas añadió que el problema es el modelo turístico que gira alrededor a los bares, el sector inmobiliario y los hoteles.
El turismo representa más del 12% del producto interior bruto de España.
Los organizadores hicieron hincapié, antes de las protestas del domingo, en que su objetivo era concienciar sobre las repercusiones negativas de que sus ciudades se centren cada vez más en atender a los turistas en lugar de a la población local.
Asier Basurto, quien ayudó a organizar la protesta del domingo en San Sebastián, ciudad turística de la costa norte de España, dijo que el enemigo de los manifestantes no son los turistas, sino quienes aprovechan para negociar y explotar las viviendas y las vidas de la población local. Basurto dijo que el desarrollo de la ciudad, centrado en el turismo, ahuyentó a los jóvenes y convirtió a San Sebastián en un simple decorado.
Los manifestantes de San Sebastián, que tiene los costos de vivienda más altos del país, corearon lemas como “El turismo sostenible es un animal mitológico” y pidieron que disminuyera el número de visitantes a la ciudad.
Basurto señaló el teatro Palacio Bellas Artes, símbolo cultural de la ciudad construido hace más de 100 años, que está siendo reformado para convertirlo en un hotel de lujo propiedad de Hilton.
También hubo protestas en las populares islas turísticas españolas de Mallorca, Menorca e Ibiza. Estas islas, con una población de poco más de un millón de habitantes, acogieron a más de 15 millones de turistas internacionales en 2024.
“Este modelo de turismo no trae prosperidad económica, sino problemas como la crisis inmobiliaria”, dijo Pere Joan Femenia, portavoz del grupo Menos Turismo, Más Vida, que organizó las protestas en Palma de Mallorca, donde los manifestantes detuvieron el autobús turístico el sábado.
Las islas se han enfrentado a una escasez de policías, personal de la salud y profesores debido a que los elevados costos de la vivienda, que los organizadores de las protestas atribuyen en gran medida al exceso de turismo, han dificultado la captación de trabajadores del sector público.
En Venecia, que ha luchado contra los efectos del turismo excesivo y se ha dirigido a los excursionistas de un día con una tarifa diaria de 5 o 10 euros, una pequeña protesta denunció dos hoteles construidos recientemente en una zona que había estado libre de hoteles. A continuación, se cargó en un barco una pancarta que decía “STOP HOTEL = + CITTÀ”, de más de 6 metros de largo, y se la llevó flotando hasta otro lugar donde un antiguo complejo de viviendas sociales se ha transformado en viviendas de alquiler turístico.
Los activistas de Génova, donde los manifestantes hacían rodar ruidosamente maletas por las calles, dijeron que, aunque la ciudad no registraba el mismo nivel de turismo que otros destinos italianos como Roma o Venecia, esperaban que, dejando claras sus exigencias ahora, podrían obligar a los legisladores locales a tomar medidas para gestionar el turismo antes de que se descontrolara.
Las llegadas internacionales a Europa aumentaron casi un 5% en la primera parte de este año en comparación con el mismo periodo de 2024.
Algunos destinos han tomado medidas en respuesta a las preocupaciones de los manifestantes. La isla griega de Santorini y Brujas, Bélgica, han impuesto nuevas normas e impuestos a sus industrias turísticas. Barcelona tiene previsto prohibir los alquileres de Airbnb a finales de 2028. Ibiza y otros lugares están limitando los cruceros. Las autoridades de Palma anunciaron una iniciativa pocos días antes de las protestas para retirar más de 1600 tumbonas de las playas locales, en respuesta a la presión de los activistas para facilitar a los residentes el disfrute del mar.
Algunos viajeros afectados por las protestas de Barcelona expresaron su enfado. Un visitante de un grupo de turistas surcoreanos rociados con agua frente a la tienda de Louis Vuitton se quejó: “Así no se hacen las cosas, como si fuéramos animales”.