Ayudar a otros es un valor humano que muchos profesionales asumen como vocación de vida. Sin embargo, cuando el apoyo excede los límites y se acompaña de una sobrecarga laboral, puede generar consecuencias graves, tanto físicas como emocionales.
El agotamiento emocional, conocido como fatiga de la compasión, surge por la exposición prolongada al cuidado de otras personas y puede derivar en cuadros de depresión o ansiedad.
Este proceso emocional aparece cuando una persona o profesional tiende a cuidar constantemente de otros, tarea que requiere no solo energía física, sino también emocional. Lo que comienza como empatía o vocación podría terminar en un desgaste profundo, creando problemas emocionales, explica Mónica Mayorga, psicóloga clínica.
Esta condición puede afectar desde profesionales de la salud, como médicos, psicólogos o psiquiatras, hasta docentes o familiares de pacientes crónicos, expone Mayorga.
Estos profesionales o personas expuestas a una sobrecarga de apoyo pueden experimentar agotamiento físico, emocional y mental al absorber, consciente o inconscientemente, el dolor y la angustia de quienes reciben ayuda. Este proceso psicológico también se conoce como estrés traumático secundario, destaca Ximena Fuentes, psicóloga clínica.
Otro grupo afectado está conformado por personas que deben escuchar con frecuencia los problemas ajenos, como los trabajadores sociales. Esto puede conducir a un decaimiento emocional acompañado por la falta de equilibrio entre el trabajo, el descanso y la vida personal, añade la psicóloga Andrea Castillo.
Trabajos demandantes, como el de los abogados, quienes en ocasiones deben llevarse trabajo a casa, también pueden generar esta fatiga, derivado de una falta de límites.
Una de las razones que estudia la psicología son los traumas vicarios, relacionados con situaciones emocionales que, aunque no se viven en primera persona, se experimentan como propias al ser relatadas por quien sí las vivió. Esto puede generar cansancio crónico y un desgaste cognitivo, lo que pone en riesgo la salud emocional, señala Castillo.
¿A qué profesionales o personas afecta con mayor frecuencia?
Tener pequeñas o grandes interacciones con personas que enfrentan complicaciones médicas, emocionales o de aprendizaje convierte a ciertas profesiones en las más afectadas, detalla Fuentes. Sin embargo, otras también pueden estar involucradas, siempre que entren en contacto con el sufrimiento ajeno. Entre ellas se encuentran:
- Profesionales de la salud: médicos, enfermeras, psicólogos, trabajadores sociales.
- Personal de emergencias: bomberos, policías, rescatistas, paramédicos.
- Cuidadores formales e informales: personas que atienden a pacientes crónicos, adultos mayores o familiares dependientes.
- Educadores y personal judicial/social que trabajan con poblaciones vulnerables.
- Voluntarios humanitarios o líderes comunitarios expuestos a situaciones de crisis.
La fatiga puede durar varía según la persona, pero puede prolongarse meses o incluso años si no se detecta y se interviene.(Foto Prensa Libre: Freepik)
¿Cuáles son las causas principales de la fatiga de la compasión?
La causa principal es la exposición constante a los problemas de otras personas, ante los cuales se espera una solución inmediata. Además, se requiere empatía emocional, lo que lleva a que quien brinda apoyo acabe absorbiendo esas emociones, afirma Mayorga.
Entre las causas más frecuentes, según Fuentes, se encuentran:
- Exposición continua al dolor ajeno (sufrimiento, enfermedad, violencia, pérdidas).
- Exceso de carga laboral y emocional sin tiempo suficiente de recuperación.
- Empatía intensa sin mecanismos de autocuidado.
- Falta de apoyo social o institucional.
- Expectativas irreales sobre “salvar” o resolver todos los problemas de los demás.
Señales de la fatiga de la compasión
Mayorga destaca que este tipo de agotamiento puede manifestarse con síntomas que indican que se ha alcanzado un punto crítico para la salud emocional. Entre ellos están la irritabilidad, la pérdida de entusiasmo, la desconexión del dolor ajeno, alteraciones del sueño y sensación de vacío.
La falta de atención a estas señales puede convertir el problema en una condición crónica. Por eso, detectar el cansancio extremo como primer indicador es clave para la prevención, sostiene Castillo.
El agotamiento impacta directamente en la calidad del trabajo y en la capacidad de brindar apoyo. Ximena Fuentes compartió algunos síntomas que pueden ayudar a identificar esta fatiga:
Síntomas físicos:
- Cansancio persistente, insomnio, dolores de cabeza, tensión muscular.
- Problemas digestivos o alteraciones del apetito.
- Disminución de energía y defensas bajas.
Síntomas emocionales y conductuales:
- Irritabilidad, frustración, apatía.
- Dificultad para concentrarse o tomar decisiones.
- Sensación de vacío, desmotivación o pérdida de sentido en el trabajo.
- Distanciamiento afectivo (desconexión emocional con los demás).
- Mayor riesgo de depresión o ansiedad si no se aborda adecuadamente.
¿Cómo prevenirla?
Para prevenir la fatiga de la compasión es fundamental reconocer los límites personales, practicar el autocuidado, buscar apoyo emocional y permitirse espacios de descanso y actividades que recarguen la mente.
“Cuidar de los demás es valioso, pero primero debemos aprender a cuidar de nosotros mismos”, concluye Castillo.