Sergio Recinos, expresidente del Banco de Guatemala (Banguat) y de la Junta Monetaria (JM), ofrece un análisis de la economía nacional, en el que destaca un entorno internacional marcado por una incertidumbre creciente.
Si bien la economía crecerá por encima de su potencial anual, existe un escenario global que podría generar presiones hacia una desaceleración del crecimiento mundial, un aumento de la inflación global, vaivenes en los mercados financieros internacionales y tensiones derivadas de políticas arancelarias, expone Recinos.
¿Cómo visualiza las perspectivas para la economía guatemalteca en 2026?
Como cita el reciente informe de Las perspectivas de la economía mundial del FMI de octubre, la economía mundial está cambiando, con sombrías perspectivas de crecimiento. Considero que ello va a influir en las perspectivas para el país, ya que el crecimiento de nuestros principales socios comerciales se está desacelerando.
El Banco de Guatemala, de hecho, prevé una leve baja en el crecimiento para 2026 respecto de la estimación de cierre de 2025: de 4% para este año a 3.9% para el próximo año.
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¿Cuáles son las alertas?
Las principales alertas para el próximo año tienen que ver con la posibilidad de una interrupción de las cadenas globales de suministros, provenientes de las mayores medidas proteccionistas y los aranceles impuestos por los Estados Unidos de América a diversos países; el aumento en la incertidumbre económica, comercial y política, que podría conllevar una reducción en los niveles de consumo e inversión.
Asimismo, la posibilidad de que aumenten las tensiones geopolíticas, que pueden inducir un aumento en el precio de los commodities (precio del petróleo, por ejemplo), lo que podría volver a generar presiones en la inflación mundial y, consecuentemente, mayores restricciones monetarias que podrían inducir más volatilidad en los mercados financieros internacionales.
Desde su experiencia, ¿a qué hay que ponerle mayor atención?
Considero que los mayores riesgos podrían venir de las tensiones geopolíticas, que —como indiqué— conllevarían aumentos de precios, especialmente en los derivados del petróleo, lo cual aumentaría la inflación.
En adición, pareciera que el aumento en los precios, derivado de la imposición de aranceles al comercio exterior, aún no se ha materializado en la inflación, pero no se descarta que en los próximos meses pudiera empezar a reflejarse, en la medida en que las empresas comiencen el traslado a los costos de sus productos.
Lo anterior conllevaría a que los bancos centrales nuevamente reaccionen con alzas en las tasas de interés para contener esas presiones inflacionarias.
¿En qué escenarios se desempeñarán los indicadores macroeconómicos y fiscales?
El contexto para Guatemala es esa desaceleración en el crecimiento económico mundial, la posibilidad de un aumento en la inflación mundial, la mayor volatilidad de los mercados financieros internacionales, las tensiones comerciales derivadas de las recientes políticas arancelarias y una creciente vulnerabilidad fiscal (aumento de la deuda, aumento del déficit fiscal y deterioro de la calidad del gasto).
Las principales alertas para el próximo año tienen que ver con la posibilidad de una interrupción de las cadenas globales de suministros, provenientes de las mayores medidas proteccionistas y los aranceles impuestos por los Estados Unidos de América a diversos países
¿Cuál podría ser el impacto de la política arancelaria de EE. UU.?
El impacto de la política arancelaria de EE. UU. conllevaría principalmente la posibilidad de un aumento en las tensiones comerciales, un aumento en la inflación y la interrupción de las cadenas de suministro mundial.
Para algunos países, una disminución en sus exportaciones y en su crecimiento. Parte de ello lo estamos viendo materializado en el crecimiento económico mundial y en las diferentes regiones.

Y en las remesas, ¿cómo analiza la vigencia de un impuesto?
Las remesas familiares han venido aumentando considerablemente (crecimiento de 19.8% a septiembre), derivado de la política migratoria reciente en EE. UU., la cual de alguna manera ha generado temor en los migrantes guatemaltecos y de otros países, lo que ha provocado un mayor número de envíos por parte de los migrantes ante el temor de la deportación.
Para 2026 se esperaría una desaceleración en su crecimiento (no una caída en su nivel), aunque seguirían siendo importantes para nuestro país.
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¿Qué se necesita para elevar el PIB per cápita promedio como recomiendan las calificadoras?
Considero que para elevar el PIB per cápita es necesario actuar por dos vías. La primera, generar un mayor crecimiento económico mediante la implementación de reformas estructurales que permitan elevar la productividad y la competitividad. Asimismo, trabajar en reformas de carácter político y social que permitan una mejor gobernabilidad y mayor oportunidad para todos los sectores de la población.
La segunda, educar a la población para continuar reduciendo la tasa de natalidad en el país, como ya se ha hecho en los últimos años. La combinación de esas medidas daría como resultado ese aumento en el PIB per cápita.
En las perspectivas 2026, ¿qué aconseja a los agentes económicos?
Debemos seguir trabajando con optimismo y procurar el diálogo para que el país pueda retomar la senda del crecimiento y el bienestar. Ello requiere también del liderazgo de las autoridades de turno, la lucha contra la corrupción y que los diferentes sectores que lideran el país se pongan de acuerdo en puntos clave que permitan avanzar en temas económicos, políticos y sociales que logren mejorar las condiciones de vida de los guatemaltecos y el futuro de nuestros hijos.






