El impuesto a las remesas desde EE. UU. y los tres escenarios que planteó el Banguat para Guatemala

El impuesto a las remesas desde EE. UU. y los tres escenarios que planteó el Banguat para Guatemala

El presidente estadounidense Donald Trump logró una importante victoria ayer, con la aprobación por estrecho margen en el Senado de su colosal proyecto de ley de presupuestos, que incluye fondos para su política migratoria, exenciones fiscales y recortes a la cobertura médica.

Después de dos días de sesiones maratonianas, el resultado fue muy reñido.

A pesar de una mayoría republicana de 53 de 100 escaños, la votación terminó en un empate 50-50 y fue el vicepresidente JD Vance quien tuvo que emitir el voto final a favor, como lo exige la Constitución.

Una muestra más de la fuerte oposición que despierta, incluso dentro de sus propias filas, el Partido Republicano.

La ley «hermosa y grande», como la bautizó Trump, volverá ahora a la Cámara de Representantes, donde se enfrenta al rechazo de los demócratas y de republicanos opuestos a los drásticos recortes.

El mandatario de 79 años se puso el 4 de julio, feriado nacional que celebra el Día de la Independencia, como fecha tope simbólica para promulgarla.

Posibles efectos en Guatemala

El presidente de la Junta Monetaria y del Banco de Guatemala, Álvaro González Ricci explicó que el impacto del impuesto de 1% a las remesas familiares, aprobado ayer por el Senado de Estados Unidos, tiene poco efecto a nivel macroeconómico.

Sin embargo, existen tres escenarios posibles que los cuerpos técnicos del Banco de Guatemala han estimado y son los siguientes:

  1. Que los compatriotas en Estados Unidos absorban el monto del impuesto. En ese caso, no habría impacto económico en el país.
  2. Que el impuesto sea absorbido por los beneficiarios de las remesas, quienes destinarían parte del dinero —usualmente dirigido al ahorro o la inversión, principalmente en vivienda— a cubrir el tributo. Así mantendrían su consumo constante. Dado que las remesas inciden directamente en el consumo privado, que es el principal componente del PIB, si este no disminuye, la actividad económica tampoco se vería afectada de forma considerable.
  3. Que ni los compatriotas en Estados Unidos ni los beneficiarios en Guatemala puedan absorber el monto del impuesto. En este escenario, las remesas familiares para el 2026 serían $234.5 millones menores, lo que significaría que, en lugar de recibir $23 mil 446 millones, ingresarían $23 mil 211.5 millones. Esto representaría el 0.19% del PIB nominal, cifra que no modificaría la tasa de crecimiento económico real estimada para el 2026, que se mantendría en 3.9%.

González Ricci afirma que como se ha destacado en otras ocasiones, aunque el impacto macroeconómico no es sustancial, sí es relevante a nivel de los hogares que reciben remesas y de los compatriotas en Estados Unidos. Para ellos, el ingreso disponible disminuye, lo cual afecta sus bolsillos y, por supuesto, su capacidad de consumo.

Si se aprueba la ley, cualquier remesa realizada por un no estadounidense que supere los US$15 cargará con un impuesto del 1%, menos del 3.5% planteado originalmente en lo que supone otra muestra de desdén del Gobierno Trump para con la comunidad migrante.

Más gasto en la lucha contra la inmigración ilegal y en defensa

Precisamente es el apartado de seguridad y control fronterizo uno de los pocos que prevé incrementos presupuestarios para los próximos cuatro años.

Las estimaciones hablan de unos US$175 mil millones más en cuatro años destinados a construir nuevos centros de detención o muros y otras barreras o a invertir en nuevas tecnologías de vigilancia e incrementos de personal tanto para asegurar la divisoria con México como para detener a indocumentados en el interior del país.

El sector de defensa, que Trump considera clave en el marco de la rivalidad con China, sería el otro gran beneficiado por el proyecto de ley, con unos US$150 mil millones extra (un 13% más) presupuestados para el próximo ejercicio.

Una sexta parte de ese momento, unos US$25 mill millones, irían destinados a un escudo antimisiles, la bautizada por el mandatario como «Cúpula dorada», que promete beneficiar enormemente a los contratistas estadounidenses.

Sin embargo, el proyecto ha sido duramente criticado por los expertos debido a su viabilidad real y al hecho de que fomentaría una nueva carrera armentística, con países como China o Rusia optando por ampliar arsenales para tener capacidad potencial de penetrar este nuevo escudo.

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